En las décadas de los ochentas y noventas, las carreras de negocios en Chile se estructuraban bajo una lógica «administrativa-económica», la que aportó significativamente en la formación de lideres que han modernizado el empresariado nacional. Sin embargo hoy resulta insuficiente ver planes de estudios que mantienen gran parte de esa lógica, la cual pareciera limitada para enfrentar los desafíos del entorno digital actual.
Modelos educativos centrados en la administración tradicional, con escasa integración tecnológica, quedaran rezagados frente a las demandas de un mercado que exige agilidad, innovación y competencias digitales avanzadas.
Tradicionalmente un plan de estudios de carreras como Ingeniería Comercial o administración de empresas, se estructuraban bajo lineas curriculares en torno a la gestión, economía, finanzas y marketing. Posteriormente se fueron incluyendo lineas de inglés o formación general para dar respuesta a demandas de un en un contexto mas globalizado y multicultural. Es curioso ver cómo hoy encontramos planes de estudios que se siguen conformando – casi exclusivamente- de esa manera.
Es lógico pensar que líneas curriculares como economía, finanzas y gestión, seguirán siendo el pilar fundamental en una carrera de negocios, sin embargo su enfoque debe adaptarse a las futuras demandas laborales que la transformación digital impondrá y acompañarse de nuevas lineas curriculares que entreguen contenidos relacionados con la digitalización, la inteligencia artificial, la internacionalización y la innovación tecnológica, que les permitan a sus egresados ser expertos y liderar las nuevas reglas del juego que la IA está empezando a imponer.
Cambio de Paradigmas
Por ejemplo, si hace algunos años una línea formativa en «lenguaje» se limitaba al dominio del inglés, hoy resulta imprescindible incorporar también la programación como un nuevo lenguaje desde los primeros años de formación.
Las asignaturas relacionadas con finanzas o estadística deberían fomentar activamente el uso de herramientas como Python o Power BI para resolver problemas reales, integrando la tecnología como parte del proceso formativo.
En el área de marketing, las posibilidades son aún más amplias: se puede transitar desde líneas tradicionalmente teóricas hacia enfoques mucho más prácticos, centrados en la creatividad, la innovación y la aplicación directa. Esto permitiría a los estudiantes desarrollar proyectos digitales, liderar campañas en redes sociales, crear aplicaciones, lanzar sus propios canales de contenido —e incluso monetizarlos—, alineando el aprendizaje con sus verdaderas motivaciones e intereses.
Por otro lado, en un contexto marcado por la globalización de los negocios, resulta fundamental fortalecer las líneas de internacionalización. Las nuevas generaciones ya interactúan con personas de todo el mundo gracias a la tecnología, por lo que las carreras de negocios deberían aprovechar este entorno natural para conectar a sus estudiantes con clases dictadas en universidades extranjeras, promoviendo su participación en experiencias académicas globales de manera online.
Si el principal obstáculo para la internacionalización en el pasado fue el alto costo de viajar y residir en el extranjero, hoy ese costo prácticamente ha desaparecido, abriendo la puerta a modelos educativos híbridos e internacionales. Quizás, incorporar este tipo de experiencias como una linea curricular dentro de un plan de estudios, resulte mucho más significativo que destinar horas a cursos de formación general que, en muchos casos, carecen de conexión con las motivaciones reales de los estudiantes.
Las líneas de economía, históricamente centradas en la teoría y el análisis abstracto, hoy pueden transformarse profundamente gracias a la inteligencia artificial. Es posible programar modelos económicos interactivos que permitan a los estudiantes visualizar en tiempo real el impacto de sus decisiones en entornos simulados.
A través de espacios virtuales que representen distintos escenarios macro y microeconómicos, los alumnos pueden experimentar directamente las consecuencias de decisiones acertadas o erróneas, logrando así una comprensión profunda de conceptos que, desde la teoría o la lectura, resultan difíciles de asimilar.
A su vez, los líderes académicos cuentan hoy con la oportunidad de personalizar asistentes virtuales capaces de acompañar a los estudiantes de forma permanente, resolviendo dudas y reforzando conocimientos de manera continua.
Finalmente, será necesario replantear con mayor creatividad las actividades de graduación o titulación. El tradicional «examen de grado o de título» parece ser un vestigio de una era análoga, desconectado de los desafíos actuales del entorno profesional. ¿Cómo podemos seguir evaluando el desempeño de un futuro profesional con preguntas sobre contenidos que vio años atrás, o pidiéndole desarrollar planes comerciales ficticios, ajenos a contextos reales?
Hoy existen múltiples herramientas y metodologías que permiten validar competencias de forma mucho más auténtica, dinámica y alineada con los requerimientos del mercado laboral. Sin duda, el rediseño de estos procesos de evaluación es un tema profundo, que merece ser abordado en un próximo artículo.
Probablemente, todas estas recomendaciones resulten -incluso- insuficientes ante la magnitud del cambio que enfrentamos. Pero lo cierto es, que la tecnología para implementar cada una de estas transformaciones ya existe: no estamos hablando de ciencia ficción, sino de herramientas disponibles. El verdadero desafío radica en vencer las inercias de estructuras académicas que llevan décadas funcionando bajo el mismo paradigma, y en superar las brechas de capacitación tecnológica de muchos equipos a cargo de la innovación curricular en educación superior.
Sin embargo, lo que sí es inevitable, es que estos cambios se irán implementando, con mayor o menor velocidad, y aquellas instituciones que decidan adelantarse, asumir el liderazgo y actuar con visión estratégica podrán posicionarse como referentes y pioneras en este nuevo escenario de negocios digitales y educación conectada con el futuro.