En las últimas décadas, la tecnología ha transformado profundamente la manera en que interactuamos con el mundo. Actividades que antes requerían presionar botones, abrir manillas, usar una llave u otras habilidades manuales hoy se realizan con un toque en una pantalla o mediante un comando de voz. Desde hojear un libro hasta girar el dial de una radio, estas experiencias táctiles, cargadas de matices sensoriales, han sido sustituidas por interfaces digitales lisas y uniformes que, aunque eficientes, reducen la riqueza de estímulos que antes formaban parte de la vida cotidiana.
Esta transición ha redefinido nuestra relación con los objetos y el entorno. Encender una luz ya no implica pulsar un interruptor con la yema de los dedos, sino pronunciar una frase ante un asistente virtual. Comprar un producto ya no significa caminar por un pasillo, sentir su textura o su peso, sino deslizar el dedo sobre una pantalla. generando una desconexión física con lo que nos rodea, reemplazando experiencias multisensoriales por interacciones visuales y auditivas.
¿Pero, qué pasará a futuro con la memoria táctil ?, vinculada a emociones y recuerdos, cuando la interacción se reduce a un gesto plano o a una orden hablada. Si bien no se trata de renunciar a la innovación, sí es un recordatorio de que la experiencia humana se enriquece cuando involucra todos los sentidos, lo cual es fundamental para mantener una conexión más plena y auténtica con nuestra realidad.
Probablemente habrán generaciones que no conocerán la sensación mecánica de presionar el botón play en un equipo de música y escuchar cómo un CD comienza a girar, mientras un mecanismo interno lee y procesa la información para dar vida al sonido. No vivirán la experiencia de leer un periódico y sentir el olor y las texturas del papel impreso; ni la pequeña emoción de observar cómo un engranaje perfectamente calibrado permite a un reloj marcar la hora con precisión. Todas estas vivencias, antes cargadas de textura, peso y respuesta física, hoy se han reducido a un simple toque en una pantalla: una superficie plana, sin relieves, que concentra toda la interacción en la yema de los dedos, dejando en el pasado una riqueza sensorial que iba mucho más allá de lo visual.
Es probable que, en un futuro cercano, asistamos a un redescubrimiento de lo analógico como una forma de recuperar la riqueza sensorial que hemos ido perdiendo, buscando experiencias tangibles, que permitan un interacción con los cinco sentidos no solo realizar una función eficientemente. A medida que la saturación digital se intensifica, el valor de lo real, lo imperfecto y lo único se revaloriza, convirtiéndose en un contrapunto necesario frente a la homogeneidad de las pantallas.
¿Nos estaremos acercando a un punto de inflexión en el que la eficiencia y la inmediatez ya no serán suficientes?. de ser así, espacios, objetos y actividades sin filtros tecnológicos volverán a cobrar protagonismo, no como un retroceso, sino como un complemento vital para equilibrar una vida cada vez más dominada por lo virtual, haciendo previsible que emerja una demanda creciente por experiencias que no puedan replicarse digitalmente.
En un escenario donde las experiencias análogas recuperen su valor, la eficiencia en costos que ofrece la tecnología pasará a un segundo plano, dando paso a una búsqueda de productos que prioricen lo tangible. Bajo esta lógica, lo 100% virtual se consolidará como una opción masiva y de bajo costo, ideal para facilitar el acceso y masificar productos, mientras que las experiencias análogas se asociarán a la exclusividad, al arte, la elegancia y un mayor nivel de sofisticación, convirtiéndose en un símbolo de distinción y valor añadido.
En ENDI buscamos el equilibrio entre la innovación tecnológica y el valor de lo tradicional, ofreciendo cursos online en vivo dictados por expertos que combinan la comodidad y alcance de las plataformas digitales con la experiencia y cercanía de la interacción humana. Nuestra metodología busca que cada sesión no solo transmita conocimiento, sino que también genere una experiencia de aprendizaje enriquecedora, personalizada y auténtica.